30 de septiembre de 2012

Cartagena

Hace 15 años que no estaba en Cartagena. Estuve un par de días recientemente, y ese tiempo me bastó para darme cuenta cómo el turismo en su afán de colonizar  nuevos mercados ha sacado partido del imaginario de Cartagena como la ciudad histórica de Colombia por excelencia.

Sin ánimo de desconocer la importancia de la ciudad, en especial durante el período colonial, en mi visita sentí que "lo histórico" de la ciudad no está simplemente en sus antiguas edificaciones y nostálgicas calles, o en sus carretas elegantes y sacadas de otro tiempo.  Lo histórico está en percibir, cómo, a pesar del paso de los siglos, el capitalismo sigue causando una violencia estructural que afecta la vida de los cartageneros, para bien o para mal. Y, lastimosamente, ese para bien o para mal sigue dependiendo de criterios de clase, género y sobre todo raciales.

Si bien ya no hablamos de esclavitud, podríamos hablar del turismo a gran escala como una maquinaria de producción de gran riqueza, pero a costa del desplazamiento y marginalización de los habitantes de los barrios céntricos.

Y una vez más, así como en las luchas por una memoria no blanqueada de la independencia de Cartagena, Getsemaní resiste.









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